14.6.13

io ti porto nel coure!

te llevo en el corazón;

por más que distraiga mi mente con cuerpos de otras mujeres y llene mi vientre con cervezas, vino, alprazolam, y el contenido de alguna cuchara quemada en su base.

por más que otros rían mis ocasionales bromas, y el sarcasmo espuma en la boca un hálito de teatralidad.

estoy seguro que el muro más fuerte, también caerá.

io ti porto nel cuore;
te llevo en el corazón;

aunque ya no te llore como ayer, ni caigan piedras o cadenas sobre mi ventana y mi cabeza. Noooo, los tiempos no cambiarán.

a pesar de que el sol ya no quema como antes, ni luce la luna por las noches incandescente como con te. Las mareas ya no cesan, no suben con la misma precisión.

Por todo ello, desde este piso trece, no me decido a caminar...

Nacho Sanmiguel

Le punk

24.5.13

York, champaña, ojos


El champaña llega a la 308. Me levanto ansioso hasta la puerta y un camarero joven y sonriente me medio felicita tras la propina de 20 dólares. Mientras, yo le cierro con desparpajo en las narices y me giro con la botella cavernet entre las manos para verte. Tu, que anoche fuiste capaz de pararme el tiempo, apenas sales de la ducha con un albornoz de hotel blanco y mirando al suelo. Puede que te sientas culpable. Puede que algo haya cambiado. Lo confirman los besos, ya no son como los de antes; lentos, leves, intensos y frágiles. Trato de que nos socorra el alcohol y sirvo dos copas, es el mismo cabrón que unas horas antes nos arrojó a los brazos del otro, pero ya no actúa igual. Lo noto, y sé que tu lo notas, aunque a pesar de eso ambos finjamos que todo sigue igual. Y te beso.

A mi, la sangre me hierve lo mismo porque he desechado la mala conciencia sin decirle nada a nadie, lo hice anoche, justo cuando dejamos a tu Javier en casa y me pediste que te llevara, mientras me mirabas quemando los ojos y el alma del que escribe. Pero ahora se trata de salir del envite, de no pasarlo mal, de no dejarnos vencer por el sabor amargo y perverso de los besos y el sexo prohibido.

Sé, o imagino, que no se volverá a repetir lo de anoche, me lo dicen tus gestos inseguros y arrepentidos, y yo capto el mensaje. No seré quien te ponga en apuros, aunque para mi fuese algo especial y sincero que había soñado años y noches a solas. Mejor nos vestimos, es tarde. Si, tienes razón, es lo mejor, y me jodo mientras el mundo me gana el pulso y debe volver a rodar.

A la salida, dos manzanas antes de tu casa, un beso medio en la mejilla y ninguna mirada a los ojos buscándonos lo peces que fuimos en un pasado. Y un golpe fuerte de una puerta que se cierra, es la del coche, pero la siento intensa como si mi corazón cayera poco a poco hecho pequeños cristales imposibles de recomponerse jamás, y tu cintura de espaldas, alejándose, sin sentir la misericordia de un saludo, cualquier gesto, algo que yo pueda significar continuo para seguir viviendo.

Son las nueve, ya tarde, la cena no pasó de mi garganta y se la cambio por bourbon al mismo camarero de la sonrisa, aunque éste ya no ríe a pesar de la propina. Mejor continuo en la habitación, no me apetece gente y ruido, quiero acabar con la botella y los cigarrillos americanos antes de que las lágrimas que guardo de niño me ganen el territorio. Al poco suena la puerta, dos golpes suaves, y abro, y me dices a los ojos; esto es lo que hay... mientras me besas.

PD: ¿Qué hago? ¿Maldigo New York?

Perro Delgado & Malacara

16.5.11

12 breves cuentos

10) Primero me ponía nervioso el despertador, me alteraba de forma sobrehumana. Después fue el ruido de los coches, un portazo en el piso de arriba, la campanilla del microondas, el tic-tac del reloj. Antes del final, ya no dormía, ni comía, ni pensaba. Me pudo el sufrimiento, caí rendido. Abrí la ventana y me lancé. Vivía en el piso trece, Plaza Honduras.

11) Ambos con el rostro desencajado; mirándonos sin decir, víctimas de aquel viejo movimiento; yo arriba y tu detrás. Nuestros lamentos-aullidos aumentaron mientras nos desencajábamos más y más; de repente un sudor frío y explotó mi pene, perdimos las piernas y los brazos y nos desmontamos. Aparecieron los restos dos días después.

12) Una sirena de la policía, o quizás era el ruido perverso que en ocasiones usa el viento. Llamé tres veces golpeando fuerte en la puerta, casi me rompí los nudillos. Me abriste y entré temblando. Abrí la bolsa que llevaba y dejé caer aquel enorme montón de billetes; al fin juntos, dejé escapar entre mis labios. Tu, sonreíste y me apuntaste con la pistola: -lo siento nene, la vida es así.- Disparaste otras tres mil veces.

Nacho Huertas

el sepulturero

Pensaba que todo estaba perdido. Lo creía de verás. Apenas había oído dentro de mí unos gritos, me dije que aquello era el fin. Caí derrotado, herido de muerte, de muerte herido. Una nube se posó sobre mi cabeza, amenazaba tormenta y nieve a cada instante. Mi mente rodó por los suelos como si fuera una triste moneda. Escuchaba el alcantarillado como si éste fuese lleno de ratas por la más digna superficie. Los coches pasaban y exhalaban su humo en mis pulmones, alborotando mi cabeza. Ni siquiera la mayor grúa apuntalada en el mismísimo Olimpo de los Dioses podía rescatarme. Las piernas y los brazos pesaban como las lápidas de Morrison y Nacho Huertas. Sin duda estaba condenado; sin remedio decían los médicos, no hay solución. Desahuciado, agonizante, olvidado y perdido.

Y entonces, sólo entonces, como si el que mueve los hilos se aburriera demasiado, saliste de una esquina en aquella tarde de noviembre; y me miraste, hundiste tus ojos en los míos y lanzaste tu ancla. Me sentí atrapado y te seguí. Tu lo sabías, pues eras la envidia del destino en mi nombre. Entraste en un café y me esperaste junto a la puerta. Mejor nos sentamos, y acaté tu deseo como maravillosa orden.

Desde aquel día, desde aquella tarde azul, vivo por otros caminos y aprendí de Vegas que "nada es tan grave, te diré mil cosas por las que llorar". Que lástima que tu volvías a la Argentina. Córdoba debe ser un hermoso lugar.

Nacho Huertas

14.5.11

Gracias a Benedetti

No te salves

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.

"Si no sabes volar"

Poema de Oliveiro Girondo.

Film "El lado oscuro del corazón", Eliseo Subiela.