12.9.10

Ese oscuro objeto de deseo

Ahora que dejó de llover, me persigues. Ahora que calmé mis ansias con ella, me persigues. Dices que no es verdad, pero mis rodillas tiemblan cuando se enfrentan a tu mirada. La boca perversa deconstruye lo que dice. Labios de lo que pudo haber sido y jamás será. Y ahora, tu me persigues.

Yo te escribo de vez en cuando, vendiéndote algunos encantos abiertos que te minan el ánimo, para bien claro está. Te ofrezco lo que más me sobra, palabras e historias de otras, y te animas como todas las de tu especie. Especie de soledad. Sangre y fuego.

Ahora, dudas no tengo sobre como actuar, cuando nuestros ojos se mezclen y los de alrededor desaparezcan, sabré estar a la altura de tu cama; de tu piel, de tus gritos, de tus arañazos, de tus extrañas preguntas, y mi lengua actuará como verdugo de gloria y tus suspiros, esos que no se pueden fingir, se oirán desde lo alto de la ciudad, bajo la luna.

NACHO HUERTAS

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