15.9.10

relativamente extraño

Las nubes eran cortinas que levantaron el telón. El sol, especie rara de luz y comedia, iluminó tus ojos y mis rodillas empezaron a temblar. No por falta de costumbre, más bien por cotidiano y habitual. Acostarme pronto quería.

Tus palabras rodaron por el suelo, mientras, yo miraba con avidez el iceberg de tus senos. Descarado era antes de conocerte y descarado huí de tu cama tras desayuno continental sin huevos revueltos. Dejamos caer nuestras ropas al son de Nacho Vegas, alguna foto queda de recuerdo. Imagen de tu baile sensual, perverso, desnudándote sin prisa mientras mi miembro era víctima de mi lengua ansiosa. Hubo tiempo para movimientos antiguos, otros y algunos nuevos, como si lleváramos años jugando juntos a ese relativo y extraño juego.

Mi labio inferior se enganchó en tus pezones, y mi pene entró, una vez más, en el túnel del tiempo. Pasaron las horas.

NACHO HUERTAS

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