1.7.10

Un, dos, tres, nada más

Ayer pasamos toda la tarde tomando panaché en las minúsculas terrazas de Monpellier. El calor y las risas nos unieron. Recuerda que fuiste tu la que me telefoneaste pasadas dos semanas y me propusiste hacer algo juntos. Todo te dije yo.

Cenamos cuscús y compramos el vino blanco en la licorería de enfrente. La emoción de escucharte hablar árabe pudo conmigo. Camino de la residencia te lancé un beso del que sutilmente escapaste. Sonreías todo el tiempo, pero me cerrabas las puertas de tu cama. En Argel se hacen diferente las cosas, imagino. Solo que la diosa fortuna estaba de mi parte, como lo está siempre. ¿Te acuerdas? Justo antes de despedirse llegaron dos de tus compañeros de curso, y quiso la casualidad que empezáramos hablando en italiano. Y te encanta. Yo me desenvolví con seguridad, contento. Te gustó tanto que pude notar en como me mirabas que me ibas abriendo poco a poco tus piernas, mientras yo bromeaba y repartía cervezas.

Se fueron, y de nuevo a solas eras otra persona. Estabas excitada, tus ojos ardiendo pasión lo dejaban claro. Te besé contra la pared y al poco mi mano se escurrió bajo tu falda. Recuerdo bien el leve roce de mis dedos en tu sexo que, extensamente húmedo, pedía ahora guerra. Sin embargo, como soy un poco resentido, te dejé en ascuas con una mala excusa. Pero quedamos para esta mañana.

En mi habitación a las diez, para desayunar juntos, has llegado a las nueve. Tus ojos quemaban igual que cuando los despedí anoche. Apenas hemos utilizado palabras, las dijimos todas ayer. Te has acercado a la cama y me has ofrecido tu espalda frágil, dejando que te arrancara la ropa. Desnudos, nuestros cuerpos se han dejado vencer por el magnetismo de nuestros sexos. Hemos ido despacio, gozando cada segundo, cada mirada a los ojos...

Después de corrernos dos veces, hemos decidido salir a tomar café et croissants. Estabas distendida, suelta, feliz como nunca. Me has besado en el cuello y luego has corrido al parque y cantabas como la misma Lubna Azabal; un, dos, tres, nada más...

Ese movimiento sólo lo poseen las mujeres sexualmente libres.

NACHO HUERTAS

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